sabiduria

Monday, October 23, 2017

EL NIÑO INTERIOR

Vi crecer a mi hijo, siempre abierto y receptivo, humilde por naturaleza, siempre aprendiendo, viviendo cada instante de su vida con alegría; en ocasiones me detenía a observarle con más detenimiento analizando sus movimientos y sus palabritas, con sus limitaciones pero llevando consigo un conjunto innumerable de creencias, amor concebido, toda una historia heredada de nosotros, sus padres quienes entregados, el uno al otro, dimos al mundo a este pequeño, mismo que hoy, en su eterna ausencia me hace recordar y saber que también fui niño, que sobreviví a heridas de toda índole, aprendí a construirme sistemas de defensa, mecanismos de una lucha interminable que dejaron en mi íntimo, en lo más profundo, una imagen que aún conservo y que de vez en cuando, a mis setenta y siete años, la muestro al mundo que me rodea con humilde satisfacción.
Me refiero a mi niño interior.
Es esa parte de nuestra psicología que está en comunicación con nuestra alma y toda la potencialidad del ser. Es el mismo que tuvo que soportar una vez heridas que jamás sanaron, el mismo que despierta cuando abrazamos a un gran amigo o nos disponemos a herir a alguien. Ese ser que, tengamos la edad que sea, siempre necesita de amor, comprensión, bondad, delicadeza y cuidados.
¡Cómo me siento feliz cuando alguien ve mi niño interior y le abraza, lo acaricia, le cuenta cosas bonitas, mimándole con delicadeza y llevándolo en el pensamiento como si fuera en sus brazos hasta el cielo!
Esa parte íntima que careció de muchas cosas y por quien, adultos nos dedicamos, vengativos y crueles e insatisfechos, a autodestruirnos, a dañarnos, a herir a los demás o bien, a dar parte del gran tesoro que Dios nos puso en nuestro corazón: el amor. El resultado de todo lo aprendido en nuestra existencia desde que venimos al mundo y que representa la porción amorosa, o rencorosa, vengativa, dolida al máximo que nos produce a menudo miedo irracional, culpa, soledad, o, en su defecto, alegría, generosidad, compasión y bondad en medio de un mar de instintos, intuiciones, talentos, virtudes y emociones.
                                                   2
Ciertamente que es nuestro verdadero ser, el ego real, la parte divina en nosotros, esa piel psicológica herida; ese ser que al aparecer en nosotros, vence todo miedo con la misma valentía del que nos envió a vivir en este mundo.
He visto, en algunos libros, que debemos de sanar a nuestro niño interior para poder transformarnos, para desarrollar nuestra autoestima y obtener la clave para vivir mejor; porque cierto es que, hemos sido heridos interna y externamente; pero, hoy, que hemos sobrevivido a tanto, es menester que nos detengamos a escuchar a ese pequeño; tenemos, pues, capacidad y experiencia para hacerlo y oírle, dejar que nos muestre sus sentimientos y como seres racionales, ponerle limitaciones a su comportamiento si su actuación inocente causa aun daños por doquier. ¿No creen ustedes que es un trabajo maravilloso quedarnos en el silencio de una meditación profunda y comunicarnos con ese niño que está dentro de cada uno, conectarnos con él y comenzar nuestro propio proceso de sanación? ¿De qué otro modo podríamos recuperar esa cascada de ternura y capacidad de amar que Dios puso en nuestros corazones?
Sin embargo, algo nos hace olvidarnos de quienes somos, de dónde venimos y qué tenemos dentro; no nos preocupamos por visualizar al niño en nosotros y pasamos la vida monótona, tosca, embrutecida por las pasiones infames, en conflicto con los sentimientos y con esa verdad que a muchos parece intangible y que se precisa de mucha humildad y sabiduría para verlo jugar alrededor de nuestra alma: el niño interno. Es en esos momentos de olvido cuando nos abandonamos a nuestra suerte y quedamos a merced de un entorno cruel y despiadado que solo sufrimientos nos da y, llenos de falso orgullo lucimos la baja autoestima que permitimos creciera en nosotros mismos.
¿Por qué creen ustedes que nos pasamos la vida buscando el verdadero amor, la felicidad, la real valoración, nuestras reales virtudes, la aprobación de quienes nos rodean, al verdadero amigo y compañero ideal? Porque nuestro niñito interior, herido y dañado en lo íntimo necesita lo que no tuvo en su linda infancia, ese trato gentil y amoroso que deseamos en una esposa, en la hija; ese alimento psicológico del
                                                    3
alma que se olvidaron de darle para que se nutriera de felicidad, satisfacción y esperanza.
¡Pobrecitos de mis padres primorosos y buenos quienes por buscarme el sustento físico y espiritual, atareados por darme une vida mejor, se olvidaron de lo que un niño necesita en su alma! ¡Cuánto les amo y respeto! ¡Cuánto deseo sean, ellos, felices en el reino de los cielos por toda una eternidad!
Nunca, por ningún motivo te desconectes de tu niño interior porque te sentirás muy mal, andarás caminando confundido, esa cara seria revelará que traes un infierno ardiendo en tu corazón, tendrás deseos de llorar de desesperación, la soledad te abrazará y tan fuerte que te será difícil arrancarle de ti y la infelicidad se clavará más profunda en tu mente como si fuera el más afilado puñal. ¡Ah! – Me dices- ¿Crees que ese niño interior es humilde? ¡No! Está saboteando mi felicidad intencionadamente… No, -le respondo- Eres tú mismo con tu necedad e ignorancia, con tu sordera psicológica quien no le escuchas que te pide a gritos la dicha total que te faltó cuando eras aun pequeño y enfermo… ¿Por qué no te acercas a Dios y le pides lo que te hace falta y que te perdone por haber sido tan desobediente y grosero hiriendo con crueldad al niño que había en ti?
Mira, soy un hombre curtido por los años y he aprendido que debo de seguir el camino, no apartarme de él; me refiero al que me lleva a mi desarrollo personal conectando aquellas porciones de la personalidad que yo mismo separé por ignorancia y ceguera espiritual; por eso, cada día que amanece, veo si está a mi lado mi niño interno, el amor por mí mismo, para abrazarle fuertemente y no dejar que se vaya de mí. ¡Vamos, inténtalo! Esa conexión adulto-niño te es indispensable para que cambies tu vida; ese pequeño te llevará de la mano a pedirle perdón al Padre y entonces, todo será distinto para ti. Esta labor, es realmente enriquecedora porque te ayudará a comprender todo lo que en realidad te pasó, ya no dudarás más, la visión que tenías de ti, se borrará en un instante y seguramente que te acercarás, contento, relatándome las nuevas vivencias adquiridas, ya con una visión diferente de las cosas para compartirlas y con las manos llenas de nuevas herramientas para
                                                  4
el nuevo trabajo sobre ti que tienes que llevar a cabo de ahora en adelante.
Se crece en lo personal y el conocimiento sobre nosotros se une a las nuevas experiencias y empiezas a ser un hombre sabio, bueno, humilde, fuerte, sin miedo a nada ni a la misma muerte; aquel matrimonio infeliz y grosero, quedó atrás, tu esposa ha visto en ti a un nuevo ser y te ama más que nunca, las personas que te rodean te verán con confianza y tendrán fe en ti, se reconocerá tu labor y serás el ejemplo para muchos. La baja autoestima desapareció como por encanto y el miedo que te aprisionaba para seguir hacia adelante en pos de la gloria, ya no está. Hoy comprenderás mejor que la relación con tus padres no fue del todo buena y les heriste, les causaste dolor, pero el perdón que viene de lo alto te hará libre de todas las ataduras del pasado.
Pienso que este trabajo no es de un día para otro, el hecho de pedir humildemente disculpas a nuestro niño interior por haberle tenido abandonado por tanto tiempo, te dará el valor necesario para amarle, para brindarle el cariño que todo pequeño necesita. Creo que todos debemos de integrarlo con humilde seriedad y alegría y darle todo nuestro amor.
Bueno, hemos hablado bastante del gran viaje hacia nuestro interior y hemos visto, gracias a Dios, una nueva faceta de nuestros progenitores aceptándoles y perdonándoles en caso de que haya algún resentimiento; por todo, les animo, queridos amigos a conocer a su “niño interior” no se arrepentirán, se los aseguro; y, aunque en esta senda encuentren tropiezos y anormalidades que se deben arreglar, vale la pena volver, de nuevo, como antes a jugar con aquellas piedritas a las que les ponías nombres, y a hacer casitas de palitos secos, y grandes lagunas donde según tu imaginación vivían lindas sirenas, no hay nada de malo que vuelvas a ser un niño otra vez.
Con muchísimo y respetable aprecio a los nuevos niños…
Dr. Alcides Caballero López            Jueves

No comments:

Post a Comment